Estábamos demasiado tranquilos y
felices en el territorio de la lengua española usando «gobernación», «gobierno»
e incluso «gobernabilidad» para designar la «acción y efecto de gobernar o
gobernarse». Para que por mor de una nefasta traducción tal y como muy bien ha
mencionado el profesor Canales, descubriéramos la palabra “gobernanza” de
recurrente en la actualidad de la
palabra gobernanza, olvidando la palabra gobernación nuestro recto castellano. “Algunos
espontáneos de ese papanatismo idiomático, metidos a lexicógrafos, ahogada su
lengua materna en sus cursillos de inglés, prefieren definir «gobernanza» nada
menos que como «proceso de toma de decisiones y el proceso por el que las
decisiones son implementadas, o no», enunciado que en su conjunto no pertenece
a la lengua española y, además, suena a diablos”. (*) (D. Francisco García Pérez Doctor en Filología y
Catedrático de Lengua)
Pero bueno, ya metidos en ello continuemos con la nueva palabra ¿QUÉ ES GOBERNANZA? ¿Y BUEN GOBIERNO?
Como acabo
de indicar, recientemente los términos gobernanza (governance) y o buen
gobierno (good governance) se están utilizando de forma creciente.
El mal
gobierno se considera cada vez más como una de las razones principales de los
males en nuestras sociedades.
Las
instituciones internacionales financieras y los grandes donantes cada vez más,
realizan sus donaciones y préstamos teniendo en cuenta si las reformas que
garantizan el buen gobierno se están llevando a cabo.
El concepto
de gobernanza se utiliza para designar al proceso
de toma de decisiones y el proceso por el que las decisiones son implementadas,
o no. El término gobernanza puede ser utilizado en diferentes contextos,
como por ejemplo gobernanza corporativa, gobernanza internacional, gobernanza nacional
y gobernanza local.
Dado que la
gobernanza es el proceso de toma de decisiones y el proceso por el que estas
son implementadas, o no, el análisis de la gobernanza se centra en los actores,
formales e informales, que están involucrados en el proceso de toma de
decisiones y en su implementación, así como en las estructuras, formales e
informales, que se han preparado para poder implementar las decisiones.
El gobierno
es uno de los actores en la gobernanza. Los actores dependen del nivel de gobierno
del que estemos hablando.
En las zonas rurales, por ejemplo, los actores
incluyen los dueños de las tierras, las asociaciones de campesinos, las
cooperativas, ONGs, los institutos de investigación, los líderes religiosos, el
ejército, etc.
La situación en las zonas urbanas es mucho más
compleja. A nivel nacional, además de los actores mencionados anteriormente,
encontramos más actores como los medios de comunicación, lobbies, donantes
internacionales, corporaciones multinacionales, etc. Que tienen que ver en el
proceso de toma de decisiones.
Todos los
actores, a excepción del gobierno y del ejército se clasifican como parte de la
sociedad civil.
Lamentablemente,
en algunos países además de la sociedad civil, los grupos organizados de
crímenes también influyen en el proceso de toma de decisiones, particularmente
en las zonas rurales y a nivel nacional.
En las
zonas urbanas, grupos organizados de crimen (mafias) pueden influir en la toma
de decisiones. En algunas zonas rurales, poderosas familias locales pueden
también ejercer mucha influencia en el proceso de toma de decisiones. Así pues,
el proceso de toma de decisiones informal es normalmente el resultado de haber
practicado la corrupción, o bien, conduce a la corrupción.
No viene nada mal recurrir a las
Instituciones Internacionales para dejar claros los conceptos.
En ese sentido, la Comisión Económica y Social de las Naciones
Unidas para Asia y el Pacífico expone que el Buen Gobierno tiene 8
características principales:
1.
Participación.
2.
Legalidad.
3.
Transparencia.
4.
Responsabilidad.
5.
Consenso.
6.
Equidad y Eficacia.
7.
Eficiencia.
8.
Sensibilidad.
Qué duda cabe que el
buen gobierno es un ideal difícil de llevar a cabo en su totalidad. Muy pocos
países y sociedades han llegado a conseguir un buen gobierno en su totalidad.
De todas formas, para asegurar un desarrollo humano sostenible, las acciones se
deben tomar para trabajar hacia este ideal con el objetivo de convertirlo en
una realidad.
Visto lo
anterior cabe formularse la siguiente pregunta:
¿Cuál es la mejor forma de gobernar un
mundo en profunda transformación?
Para responder
a la misma me bien a la cabeza un libro
recién editado, cuyo título he apropiado para este trabajo que se titula: “Gobernanza inteligente
para el siglo XXI”, cuyos autores son Berggruen y Gardels, contempla las prácticas de gobierno en Oriente y Occidente como fórmula
para afrontar los desafíos de la globalización. Prologado por dos ex
-Presidentes del gobierno Mejicano y Español como han sido Ernesto Zedillo y Felipe González.
En él se viene a decir que la
democracia liberal ha sido considerada en general como el mejor de los posibles sistemas de gobernanza. Pero
en la actualidad muchos la cuestionan esta afirmación. La democracia occidental
tiene que afirmar su cetro
Las «democracias industriales» que amalgamaron el
desarrollo occidental, en occidente ya se fueron; en estos momentos no
encontramos ante unas democracias podríamos llamarlas “consumistas» con una visión excesivamente cortoplacista.
Sin embargo la visión a largo plazo
de oriente, casos como el de China, en
que su firme crecimiento económico, está generando una incipiente clase media
que urgirá nuevos mecanismos de control de la clase política, con mas
participación, con mayores responsabilidades
en base al nuevo imperio de la ley.
A medida que el siglo XXI avance,
estos dos sistemas deberán competir con un mundo auténticamente bipolar, cuando menos, en el que las potencias
en solitario están llamadas a fracasar. Esta actualidad necesita de una nueva
forma de «gobernanza inteligente» que delegue el poder e implique
verdaderamente a los ciudadanos en las cuestiones que los afectan con el fin de
reconciliar la democracia informada con la meritocracia responsable. (3)
¿Y ESPAÑA QUE?
Nuestro país España es uno de
los peores países industrializados de la OCDE en las categorías de buen
gobierno y lucha contra la corrupción, según un informe del Banco Mundial (BM),
que evalúa la situación en más de 200
países de todo el mundo.
La última publicación
de "Los Indicadores Mundiales de Buen Gobierno" muestra que
España no sólo no ha mejorado en la última década en los seis parámetros que
evalúa el estudio, sino que ha empeorado en apartados como el de la
"Efectividad gubernamental", que mide el funcionamiento de la
burocracia estatal.
En general, en todas las
dimensiones de gobernabilidad, España está por debajo de la media de la OCDE,
aunque figura por encima de países como Italia, Grecia y Chipre. Los autores
del informe definen gobernabilidad como las tradiciones e instituciones
mediante las cuales se ejerce la autoridad en un país, lo que incluye la forma
en la que se seleccionan, controlan y reemplazan los gobiernos, así como la
capacidad de estos para formular e implementar políticas sólidas. (2)
En
nuestra querida España (como cantaba Cecilia) el buen gobierno de lo público tiene su esencia en la relación entre lo
público y lo privado. Y en la actualidad día tras día los medios de
comunicación nos descubren un nuevo caso de corrupción
La corrupción es por tanto el cáncer de la economía de mercado y de la democracia. Pero no hay político corrupto si no existe alguien que le corrompa.
Sin unas "reglas claras y jueces valientes" es imposible hablar de un buen funcionamiento de nuestro modelo político, económico y social.
La corrupción es por tanto el cáncer de la economía de mercado y de la democracia. Pero no hay político corrupto si no existe alguien que le corrompa.
Sin unas "reglas claras y jueces valientes" es imposible hablar de un buen funcionamiento de nuestro modelo político, económico y social.
Uno de los objetos de todo gobierno
que se precie de tal es el prevenir y evitar sucesos de corrupción.
La corrupción, es evidente que beneficia a quien la
ejerce, pero resulta demoledora para los intereses generales de la sociedad, y
también para los de los particulares que no participan de ella.
Corrupción y desarrollo están tan unidos que
incluso hay economistas que sostienen que la diferencia entre África y Asia en
el terreno económico estriba en que entre los primeros la corrupción se ha
convertido en una forma de expolio (rent extraction), mediante el cual el
capital financiero es sacado de los países en vez de invertirlo en ellos, hasta
el extremo de provocar su ruina.
La corrupción en el campo judicial pone en entredicho el imperio de la ley y el Estado de Derecho y en las Administraciones Públicas recorta y distorsiona la provisión de servicios públicos.
La corrupción en el campo judicial pone en entredicho el imperio de la ley y el Estado de Derecho y en las Administraciones Públicas recorta y distorsiona la provisión de servicios públicos.
"Una vez
institucionalizada, la corrupción constituye un incentivo para incrementar los
sobornos, creando una cultura de la ilegalidad que, a su vez, fomenta la
ineficiencia del mercado"
La corrupción, como bien sabemos, no es una exclusiva del subdesarrollo. En países ricos, se registran casos de soborno para saltarse las listas de espera en las intervenciones quirúrgicas, vender piezas de menor calidad en la industria auxiliar del automóvil, obtener diplomas, amañar resultados deportivos, saltarse los controles anti-doping, etc.
La corrupción, en fin, fomenta la competencia en
el soborno, en vez de en la calidad y el precio de bienes y servicios. Inhibe,
pues, el desarrollo de un mercado saneado y, evidentemente, significa que los
más pobres del mundo, quienes menos pueden soportar los costos, deben pagar no
sólo por la corrupción de sus propios funcionarios, sino también por la de las
empresas de los países desarrollados que operan en ellos.
Pero sigamos con España, para atajar este abrupto tema
el Gobierno actual (PP)
“El Gobierno ha puesto en marcha un intenso programa
de reformas para salir de la crisis y volver a crear empleo. La economía centra
nuestro impulso reformista, pero somos conscientes de que la recuperación de la
confianza pasa también por el fortalecimiento de nuestras instituciones. La Ley
de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno es una pieza
fundamental en este objetivo. Porque creemos que contribuirá de forma
determinante a restaurar la confianza en las instituciones y a mejorar la
calidad de nuestra democracia” [SORAYA
SÁENZ DE SANTAMARÍA VICEPRESIDENTA DEL GOBIERNO Y MINISTRA DE LA PRESIDENCIA]
El proyecto de la La futura Ley de Transparencia y Buen Gobierno
que se tramita actualmente en el Congreso de los Diputados expone en su Título
Preliminar lo siguiente:
Artículo 1. Objeto.
Esta Ley tiene por objeto ampliar y reforzar la
transparencia de la actividad pública, reconocer y garantizar el derecho de
acceso a la información relativa a aquella actividad y establecer las
obligaciones de buen gobierno que deben cumplir los responsables públicos así
como las consecuencias derivadas de su incumplimiento.
|
Es de destacar que la Corona en dicho proyecto de ley que da
excluida del control público si bien desde muchos ámbitos sociales se presiona
para que no sea excluida y de hecho el PSOE, que hasta hace unas semanas
compartía su negativa con el gobierno y el Partido Popular, ya ha
anunciado que enmendará el citado
proyecto.
Bibliografía:
[] Texto original de la UN ESCAP, Comisión Económica
y Social de las Naciones Unidas para Asia y el Pacífico.
[] Gobernanza inteligente para el siglo XXI Una vía intermedia entre Occidente y
Oriente Nicolas Berggruen, Nathan Gardels . Colección: Taurus Pensamiento
[] Proyecto de ley de Transparencia, Acceso a la
Información Pública y Buen Gobierno Texto aprobado en el Consejo de Ministros de 27 de
julio de 2012