lunes, 4 de marzo de 2013

GOBERNANZA INTELIGENTE


Estábamos demasiado tranquilos y felices en el territorio de la lengua española usando «gobernación», «gobierno» e incluso «gobernabilidad» para designar la «acción y efecto de gobernar o gobernarse». Para que por mor de una nefasta traducción tal y como muy bien ha mencionado el profesor Canales, descubriéramos la palabra “gobernanza” de recurrente en la actualidad  de la palabra gobernanza, olvidando la palabra gobernación nuestro recto castellano. “Algunos espontáneos de ese papanatismo idiomático, metidos a lexicógrafos, ahogada su lengua materna en sus cursillos de inglés, prefieren definir «gobernanza» nada menos que como «proceso de toma de decisiones y el proceso por el que las decisiones son implementadas, o no», enunciado que en su conjunto no pertenece a la lengua española y, además, suena a diablos”. (*) (D. Francisco García Pérez Doctor en Filología y Catedrático de Lengua)

Pero bueno, ya metidos en ello continuemos con la nueva palabra ¿QUÉ ES GOBERNANZA? ¿Y BUEN GOBIERNO?
Como acabo de indicar, recientemente los términos gobernanza (governance) y o buen gobierno (good governance) se están utilizando de forma creciente.

El mal gobierno se considera cada vez más como una de las razones principales de los males en nuestras sociedades.

Las instituciones internacionales financieras y los grandes donantes cada vez más, realizan sus donaciones y préstamos teniendo en cuenta si las reformas que garantizan el buen gobierno se están llevando a cabo.

El concepto de gobernanza se utiliza para designar al  proceso de toma de decisiones y el proceso por el que las decisiones son implementadas, o no. El término gobernanza puede ser utilizado en diferentes contextos, como por ejemplo gobernanza corporativa, gobernanza internacional, gobernanza nacional y gobernanza local.

Dado que la gobernanza es el proceso de toma de decisiones y el proceso por el que estas son implementadas, o no, el análisis de la gobernanza se centra en los actores, formales e informales, que están involucrados en el proceso de toma de decisiones y en su implementación, así como en las estructuras, formales e informales, que se han preparado para poder implementar las decisiones.

El gobierno es uno de los actores en la gobernanza. Los actores dependen del nivel de gobierno del que estemos hablando.
 En las zonas rurales, por ejemplo, los actores incluyen los dueños de las tierras, las asociaciones de campesinos, las cooperativas, ONGs, los institutos de investigación, los líderes religiosos, el ejército, etc.
 La situación en las zonas urbanas es mucho más compleja. A nivel nacional, además de los actores mencionados anteriormente, encontramos más actores como los medios de comunicación, lobbies, donantes internacionales, corporaciones multinacionales, etc. Que tienen que ver en el proceso de toma de decisiones.








Todos los actores, a excepción del gobierno y del ejército se clasifican como parte de la sociedad civil.

Lamentablemente, en algunos países además de la sociedad civil, los grupos organizados de crímenes también influyen en el proceso de toma de decisiones, particularmente en las zonas rurales y a nivel nacional.

En las zonas urbanas, grupos organizados de crimen (mafias) pueden influir en la toma de decisiones. En algunas zonas rurales, poderosas familias locales pueden también ejercer mucha influencia en el proceso de toma de decisiones. Así pues, el proceso de toma de decisiones informal es normalmente el resultado de haber practicado la corrupción, o bien, conduce a la corrupción.

            No viene nada mal recurrir a las Instituciones Internacionales para dejar claros los conceptos.

En ese sentido, la  Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas para Asia y el Pacífico expone que el Buen Gobierno tiene 8 características principales:
1.    Participación.
2.     Legalidad.
3.    Transparencia.
4.    Responsabilidad.
5.     Consenso.
6.     Equidad y Eficacia.
7.    Eficiencia.
8.    Sensibilidad.

Qué duda cabe que el buen gobierno es un ideal difícil de llevar a cabo en su totalidad. Muy pocos países y sociedades han llegado a conseguir un buen gobierno en su totalidad. De todas formas, para asegurar un desarrollo humano sostenible, las acciones se deben tomar para trabajar hacia este ideal con el objetivo de convertirlo en una realidad.

Visto lo anterior cabe formularse la siguiente pregunta:
 ¿Cuál es la mejor forma de gobernar un mundo en profunda transformación?
            Para  responder a  la misma me bien a la cabeza un libro recién editado, cuyo título he apropiado para este trabajo que se titula: “Gobernanza inteligente para el siglo XXI”, cuyos autores son Berggruen y Gardels,  contempla las prácticas de  gobierno en Oriente y Occidente como fórmula para afrontar los desafíos de la globalización. Prologado por dos ex -Presidentes del gobierno Mejicano y Español como han sido  Ernesto Zedillo y  Felipe González.
            En él se viene a decir que la democracia liberal ha sido considerada en general como el  mejor de los posibles sistemas de gobernanza. Pero en la actualidad muchos la cuestionan esta afirmación. La democracia occidental tiene que afirmar su cetro
Las  «democracias industriales» que amalgamaron el desarrollo occidental, en occidente ya se fueron; en estos momentos no encontramos ante unas democracias podríamos llamarlas “consumistas»  con una visión excesivamente cortoplacista.
Sin embargo la visión a largo plazo de oriente, casos como el de China,  en que su firme crecimiento económico, está generando una incipiente clase media que urgirá nuevos mecanismos de control de la clase política, con mas participación, con mayores responsabilidades  en base al nuevo imperio de la ley.
A medida que el siglo XXI avance, estos dos sistemas deberán competir con un mundo auténticamente  bipolar, cuando menos, en el que las potencias en solitario están llamadas a fracasar. Esta actualidad necesita de una nueva forma de «gobernanza inteligente» que delegue el poder e implique verdaderamente a los ciudadanos en las cuestiones que los afectan con el fin de reconciliar la democracia informada con la meritocracia responsable. (3)


¿Y ESPAÑA QUE?
Nuestro país España es uno de los peores países industrializados de la OCDE en las categorías de buen gobierno y lucha contra la corrupción, según un informe del Banco Mundial (BM),  que evalúa la situación en más de 200 países de todo el mundo.
La última  publicación  de "Los Indicadores Mundiales de Buen Gobierno" muestra que España no sólo no ha mejorado en la última década en los seis parámetros que evalúa el estudio, sino que ha empeorado en apartados como el de la "Efectividad gubernamental", que mide el funcionamiento de la burocracia estatal.
En general, en todas las dimensiones de gobernabilidad, España está por debajo de la media de la OCDE, aunque figura por encima de países como Italia, Grecia y Chipre. Los autores del informe definen gobernabilidad como las tradiciones e instituciones mediante las cuales se ejerce la autoridad en un país, lo que incluye la forma en la que se seleccionan, controlan y reemplazan los gobiernos, así como la capacidad de estos para formular e implementar políticas sólidas. (2)
                En nuestra querida España (como cantaba Cecilia) el buen gobierno de lo público tiene su esencia en la relación entre lo público y lo privado. Y en la actualidad día tras día los medios de comunicación nos descubren un nuevo caso de corrupción
La corrupción es por tanto el cáncer de la economía de mercado y de la democracia.  Pero  no hay político corrupto si no existe alguien que le corrompa.
 Sin unas "reglas claras y jueces valientes" es imposible hablar de un buen funcionamiento de nuestro modelo político, económico y social.

Uno de los objetos de todo gobierno que se precie de tal es el prevenir y evitar sucesos de corrupción.
La corrupción, es evidente que beneficia a quien la ejerce, pero resulta demoledora para los intereses generales de la sociedad, y también para los de los particulares que no participan de ella.

 Corrupción y desarrollo están tan unidos que incluso hay economistas que sostienen que la diferencia entre África y Asia en el terreno económico estriba en que entre los primeros la corrupción se ha convertido en una forma de expolio (rent extraction), mediante el cual el capital financiero es sacado de los países en vez de invertirlo en ellos, hasta el extremo de provocar su ruina.

             La corrupción en el campo judicial pone en entredicho el imperio de la ley y el Estado de Derecho y en las Administraciones Públicas recorta y distorsiona la provisión de servicios públicos.
"Una vez institucionalizada, la corrupción constituye un incentivo para incrementar los sobornos, creando una cultura de la ilegalidad que, a su vez, fomenta la ineficiencia del mercado"

                 La corrupción, como bien sabemos, no es una exclusiva del subdesarrollo. En países ricos, se registran casos de soborno para saltarse las listas de espera en las intervenciones quirúrgicas, vender piezas de menor calidad en la industria auxiliar del automóvil, obtener diplomas, amañar resultados deportivos, saltarse los controles anti-doping, etc.

 La corrupción, en fin, fomenta la competencia en el soborno, en vez de en la calidad y el precio de bienes y servicios. Inhibe, pues, el desarrollo de un mercado saneado y, evidentemente, significa que los más pobres del mundo, quienes menos pueden soportar los costos, deben pagar no sólo por la corrupción de sus propios funcionarios, sino también por la de las empresas de los países desarrollados que operan en ellos.  

Pero sigamos con España, para atajar este abrupto tema el Gobierno actual (PP)

“El Gobierno ha puesto en marcha un intenso programa de reformas para salir de la crisis y volver a crear empleo. La economía centra nuestro impulso reformista, pero somos conscientes de que la recuperación de la confianza pasa también por el fortalecimiento de nuestras instituciones. La Ley de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno es una pieza fundamental en este objetivo. Porque creemos que contribuirá de forma determinante a restaurar la confianza en las instituciones y a mejorar la calidad de nuestra democracia” [SORAYA SÁENZ DE SANTAMARÍA VICEPRESIDENTA DEL GOBIERNO Y MINISTRA DE LA PRESIDENCIA]

El proyecto de la La futura Ley de Transparencia y Buen Gobierno que se tramita actualmente en el Congreso de los Diputados expone en su Título Preliminar  lo siguiente:
Artículo 1. Objeto.
Esta Ley tiene por objeto ampliar y reforzar la transparencia de la actividad pública, reconocer y garantizar el derecho de acceso a la información relativa a aquella actividad y establecer las obligaciones de buen gobierno que deben cumplir los responsables públicos así como las consecuencias derivadas de su incumplimiento.
 Es de destacar que  la Corona en dicho proyecto de ley que da excluida del control público si bien desde muchos ámbitos sociales se presiona para que no sea excluida y de hecho el PSOE, que hasta hace unas semanas compartía su negativa con el gobierno y el Partido Popular,  ya ha anunciado que enmendará el  citado proyecto.


Bibliografía:
[] Texto original de la UN ESCAP, Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas para Asia y el Pacífico.
[] Gobernanza inteligente para el siglo XXI Una vía intermedia entre Occidente y Oriente Nicolas Berggruen, Nathan Gardels . Colección: Taurus Pensamiento
[]  Proyecto de ley de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno        Texto aprobado en el Consejo de Ministros de 27 de julio de 2012